sábado, 22 de septiembre de 2007

Dios no quiere que tenga moto


En fin, antes de que esto se muera "de éxito" tengo pendiente contar mi historia con las motos. Tres, creo recordar.
Y es real, nadie tendría tanta imaginación para una historia así. Una historia de superación y reconocimiento de las propias limitaciones.

MI PRIMERA MOTO:
Trabajaba en otro sitio, que estaba en un polígono industrial a las afueras. Era joven, necesitaba el dinero, dependía de los demás para llegar a casa...y una de mis compañeras se apiadó de mí, y me regaló un ciclomotor.
Podría ser una Typhoon, de color rojo, y el sillín para poder meter el casco lo tuve que instalar a posterioridad. Estuvo días en el almacén mientras Perdiendo el Norte me enseñaba a utilizarla -era mi primer contacto con el motor-, y ya en el período de prácticas tuve una caída que dio para muchas risas. Cuando salí del polígono por primera vez, me dijeron que no estaba preparado.
Con ella circulé algunos meses, tuve un golpe menor con un coche y pequé de exceso de prudencia, al preferir quedarme en isletas o arcenes hasta comprobar que el tráfico era menor y podía continuar. Sí, era un acojonao.
Una vez unos compañeros que se iban en coche me vacilaban sobre sí conseguiría llegar a casa. Cuando llegué, me llamaron para decirme que Dios les había castigado por sus risas impidiendo a su coche arrancar.
Un día llegué a casa después de un finde fuera y me la habían quemado. Sí. Era tan insultantemente roja que molestaba a la vista, y había que acabar con ella como fuera.

MI SEGUNDA MOTO
El caso es que el suceso conmocionó a los vecinos de mi antiguo barrio y una noche vino a casa una vecina con un poco de dinero que habían juntado entre varios para que me comprara una nueva. Que vergüenza pasé. No me dejaron no aceptarla, y aunque empezaban a quitárseme las ganas de tener moto, me compré otra porque, claro, el dinero era para la moto y los vecinos tenían que ver que usaba moto.
Compré una de segunda mano a un señor de un barrio muy cuco de casitas en Maliaño. Como lo debió de ver lo de mi manejo del vehículo que él mismo me la trajo en un remolque a mi casa.
Tampoco recuerdo la marca, pero era negra. Y el tunning que la hice consistió en la instalación de un segundo espejo retrovisor que, aunque no era el colmo, me daba una sensación de seguridad muy tranquilizadora.
No sé muy bien como llegó a pasar, pero, seguro que por mi culpa y una incorrecta mezcla de aceite, la moto estuvo más tiempo en motos Lolo que en mis manos, por supuesto después de dejarme tirado en más ocasiones de las que resultaría gracioso contar.
Una vez me dejó tirado en la Cuesta de la Atalaya, la dejé allí hasta que me diera por arreglarla y unos gamberros la tiraron al suelo, según me avisó la amiga que la vigilaba cada día. Nuevos gamberros la robaron, como le contó la policía a mi familia un sábado a primera hora de la mañana. Yo empezaba a estar harto y recé para que no la encontraran y no tener que volver a usarla.

TERCERA MOTO
Pero mis vecinos se empeñaban en seguir ayudándome, y otra de ellas me regaló una moto que su hija ya no usaba. Todo el mundo se empeñaba en que tuviera un vehículo que cada vez asociaba más a gastos e incomodidades y que muy pocas veces había cumplido su función.
Esta también dio problemas, y directamente, al tercer problema, digamos que no acudí a recogerla. Cada noche, cuando el compañero de rigor me llevaba a casa, la veía aparcada y me hacía el sueco, hasta que un buen día, los gamberros -¿serían los mismos?- captaron la indirecta. Yo, ya había empezado a asumir que puede que el problema fuera mío, porque todo esto sucedió en menos de un año, hace ya cinco.

Ahora no trabajo en ese polígono, sino en el centro. El día del faro me preguntaron porque no me pillaba una motuca para moverme por la ciudad. Miré a perdiendo el norte, que conocía la trayectoria casi completa y empezaba a reírse, comencé a contar esta historia y al final, concluí: Dios no quiere que tenga moto.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Cuarto en discordia

No me considero una persona especialmente creativa, pero hay veces que me salen unas cosas de algún sitio que aún no controlo, lo podemos llamar lucidez momentánea, paranoia, o simplemente que yo soy asi. Sin embargo en este blog comparto columna con tres nicks que si lo son, quizás por eso soy el cuarto en discordia, quizás por eso no tengo un pseudonimo más ingenioso, quizás...

La verdad es que a veces me surgen ideas que me sorprenden incluso a mi, esto suele pasar mayoriariamente cuando estoy en compañía (me gusta escuchar, y sobre razonamientos de otros suelo intentar sacarles punta, me resulta divertido, siempre que estemos de coña, claro está...), dentro de las veces que estoy acompañado, también aumentan estos momentos de lucidez las conversaciones que tengamos, no es lo mismo hablar de lo que suben las hipotecas (aunque intento llevarlo con humor, sino ya me habría dado por atracar un banco hace años, pero a uno se le baja la creatividad lo mismo que se le baja el pito viendo a Carmen de Mairena, he dicho pito, sí, ¿que pasa?) que si hablamos de cosas más generales o noticias de actualidad (y de esto último en la región hay para tener creatividad y regalarla incluso), y dentro de estas conversaciones, las sensación de lucidez (nada que ver con la sensación de fluidez) también cambia según el grado de alcohol y otras sustancias que uno tenga en el cuerpo (zumos, bocadillos, pinchos... no penséis mal).

Me gusta mucho la sensación de cuando una conversación pierde el rumbo, eso a mis compañeros de blog con nombres muy literarios y geográfico-climatológicos les parece gracioso, pero es verdad, cuantas veces se me va la hoya con ideas paralelas a lo que estamos hablando, en fin, me parece simplemente genial la forma en que somos cada uno de nosotros.

Pues al grano, que ya me volvía a ir (y ahora esto en casa, solo, sin alcohol ni sustancias de esas relatadas un poquito más arriba), la cuestión es que este blog que estamos intentando echar a andar y generado principalmente por “se me cae el horizonte” surge de un mediodía de vermout’s y rabas en el faro, típico día de charlas con buenos amigos, charlas de las que tenemos a menudo y que surgen cosas muy bonitas, frases para nuestra libreta de ideas, planes por hacer (que todavía siguen pendientes), y sobre todo amistad, que bonito verdad, una cosa que está pero tienes que seguir cultivando (como unos geranios que hemos plantado hace unas semanas y que esta claro que cuidamos bastante peor que los encantadores chicos de la tienda donde les compramos, o al menos esto dice su estado... veis como me voy del tema), un blog sin ninguna temática en general y todas en particular, para seguir con nuestras conversaciones de vermout’s y rabas aunque no estemos en el faro.

Uno suele perder el rumbo voluntariamente, eso es lo bonito, en este blog, lo perderemos todos juntos, un servidor espera estar a la altura de los compis... (si, vale, he dicho compis, no pasa nada señores y señoras, aquí va a ver de todo y para todos)

PD. He acabado de escribir el post, y ahora si que tengo un poquito de Alcohol. (un estupendo albariño de 2006 de las Rias Baixas, VALTEA, que nos regaló mi hermana de su último viaje a Galicia)

Poquito a poco


Cuando una cosa te sale bien, llama al resto y empieza todo a rodar. Es curioso, pero parece que es cierto eso de que la buena suerte llama a la buena suerte. No es que haya pasado nada espectacular los últimos días. Sólo es cuestión de pequeñas cosas, gestos de la gente con la que paso mis días, una llamada, una persona interesada, una información publicada... Y el cosquilleo en las tripas antes de empezar una aventura!!!

Además, estoy contenta con el resultado del último festival. Hice las fotos a Hora Zulú, la Familia Iskariote, Los Perezosos... pasaros por mi blog y me decís. No son nada del otro mundo, pero me han servido para conocer a más grupos, entrar en contacto y ampliar el archivo. No está nada mal para una semana!!


Fdo: Se me cae el horizonte (cuando me acuerde de mi contraseña lo haré bien)

lunes, 3 de septiembre de 2007

¡Sorpresa!

Nos hemos puesto manos a la obra. Primero vinieron las anotaciones de Óscar en la servilleta del bar, mientras mirábamos el mar y retratábamos el momento en decenas de fotos. Después, en mi correo apareció un mail titulado 'Para que no se nos pierdan las frases'. Este es el paso definitivo. Me voy a Barcelona, pero no quiero perder nuestras pequeñas tertulias.

Fdo: Se me cae el horizonte.